Atractivos Turísticos

La parroquia tiene una gran variedad de atractivos turísticos, pero lamentablemente no se los explota de ninguna manera, solo existen trípticos indicando donde están ubicados, pero que no se les hace mayor difusión ni existe la infraestructura necesaria para lograr un provecho económico.

En la Parroquia Sabanilla tenemos el río Quilluzara es donde se reúne la mayor cantidad de personas sobre todo en época de carnaval y feriados de navidad, la denominada Laguna Azul, es un sitio en el cual se puede realizar natación, antiguamente se practicaba la pesca, con atarraya, anzuelos, en la actualidad muy poco se practica esta actividad.  

En Quillusara encontramos los megalitos, el término megalitismo procede de las palabras griegas mega, grande y piedra.

El parque se encuentra protegido, aunque no se cobra el ingreso; aproximadamente un total de 500 personas visitan el lugar, los meses en que más llegan los visitantes es en febrero y diciembre, se dice que debajo de estas piedras existen personas enterradas de la antigüedad.

Cerca de las palmas existe unas piedras arqueológicas que están a responsabilidad del municipio, ese lugar cuenta con cabañas para los turistas, quizá si el barrio se organizara podrían ser ellos los beneficiados ya que estas piedras están cerca al barrio las palmas.

No obstante, su hermoso clima y la calidez de su gente, poco son los que conocen en la provincia y país de una maravilla turística escondida entre las montañas como es la conocida “Laguna Brava”.

Esta hermosa maravilla de la madre naturaleza se encuentra aproximadamente a una hora de camino desde la cabecera parroquial. El Sendero es agreste y propio para la practicar el deporte del montañismo, y disfrutar de un paseo inolvidable con la sinfonía de las varias clases de aves que emiten sus cánticos por doquier.

La laguna se encajona en medio de grandes y monumentales rocas que la circundan, y desde donde se despliegan hermosas caídas de agua fresca bulliciosas. El esplendor del sector con un mítico fondo panorámico reserva en su interior un silencio y tranquilidad insondable, que quien la visita lo hará para toda la vida.

Sobre las paredes de las rocas, tímidos e inquietos habitantes ancestrales del lugar: los pacazos, se dejan ver jugueteando con el vaivén del viento y del agua en un hábitat que lo cuidan sinuosamente.

Los deslices de sus aguas contaminan el cuerpo humano de la más clara esencia de frescura y oxigenación que se puede encontrar en otro lugar de la provincia. Los despliegues caídos y aplanados de sus rocas, permiten esgrimir las más bellas fotografías propias de calendario.